La tierra es la base para el desarrollo agrícola. Por eso es indispensable recuperar el suelo y mantener su fertilidad en óptimas condiciones.
Para tener buenos rendimientos, los terrenos necesitan un equilibrio en sus elementos de tal forma que no se interrumpan los procesos biológicos que las plantas requieren. Además, los problemas en la productividad pueden ser consecuencia de la erosión del suelo, causada por malas prácticas agrícolas.
Las estrategias de conservación y recuperación se proponen para hacer cambios que consideren la sostenibilidad en la producción de alimentos y la reducción de los daños al medio ambiente por la agricultura. De ahí que las recomendaciones más recientes apelen a los abonos orgánicos como el lombriabono, así como a la rotación de cultivos.
Rotación de cultivos
De acuerdo con especialistas en temas ambientales, recuperar el suelo perdido podría tardar hasta 30 años, razón por la cual los agricultores deben empezar a tomar acciones. En Nicaragua, por ejemplo, los productores de arroz empiezan a rotar sus cultivos con maíz para dar descanso a la tierra.
El problema de este tipo de acciones es que se reducen las utilidades de los agricultores, y por eso muchos no quieren participar en este cambio. Sin embargo, a futuro, las mermas en la producción no tienen comparación con la posibilidad de perder por completo todo un terreno fértil.
Abonos orgánicos
Los abonos orgánicos son una alternativa a los fertilizantes químicos para regresar a la tierra los nutrientes necesarios. De esta forma se conserva el suelo para equilibrar sus condiciones, sin embargo, es fundamental realizar una dosificación adecuada.
Su empleo es fácil, práctico y amigable con el medio ambiente, además ayuda a incrementar la productividad y los rendimientos de la cosecha. Uno de los más populares es la lombricultura, una biotecnología que utiliza la lombriz de tierra para reciclar desechos orgánicos y generar humus.
Es importante aclarar que alrededor de las ocho mil especies de lombrices únicamente diez pueden servir para estos fines. El humus o lombriabono que resulta es un fertilizante orgánico, biorregulador y corrector del suelo, que puede incorporarse a los cultivos sin temor a la fermentación o putrefacción.
La composición química y bacteriológica se debe a la biodiversidad del suelo. Conservarla en equilibrio es responsabilidad del agricultor.
Fuente: Revista Estudios Agrarios