El maíz tiene más de 8,000 años domesticado. Sus diferentes variedades son consecuencia del trabajo de los pueblos indígenas de América quienes fueron los primeros productores de este cultivo.
Su historia va de la mano de los asentamientos humanos que criaron plantas mejor adaptadas para los suelos en los que vivían. Así, consiguieron mayores rendimientos, mejor calidad y el desarrollo de un nuevo maíz.
Este proceso no ha cesado, por el contrario, se especializa y continúan las investigaciones para crear plantas tolerantes a plagas, enfermedades, así como condiciones adversas en el clima, todo esto con el objetivo de contar con cultivos más estables. Esto requiere especialistas que hagan las combinaciones necesarias para crear los híbridos mejor adaptados a las necesidades de los agricultores modernos.
Cómo se desarrolla un híbrido
De acuerdo con el Centro de Investigación y Desarrollo de Ottawa, hay cinco pasos fundamentales en el desarrollo de un híbrido de maíz comercial:
1) Selección y desarrollo de germoplasma.
2) Desarrollo de las razas superiores.
3) Ensayo de combinaciones experimentales.
4) Identificación de una combinación híbrida superior.
5) Pruebas de ubicación múltiple del híbrido pre-comercial
Entre 1850 y 1910, los productores de maíz de América del Norte desarrollaron variedades de maíz de mayor rendimiento mediante polinización abierta. En la década de 1920, se descubrió el concepto de vigor híbrido y con esto nacieron nuevos objetivos para los agricultores.
Si una mazorca de maíz híbrido se auto-poliniza, su descendencia tiene un rendimiento variable. Esta es la razón por la cual los agricultores deben comprar su semilla de maíz híbrido cada año.
El maíz de semilla híbrida es un cultivo único y muy especializado. Su producción requiere tiempo, experiencia y la variedad de semilla adecuada para garantizar la calidad del producto, por eso los especialistas de DEKALB ofrecen variedades específicas para cada región del país.
Fuente: Seed Corn Growers y Ottawa Research and Development Centre